La corrupción analizada desde la educación por J. A. Marina

No es la primera vez que recurrimos a José Antonio Marina para tratar de comprender y explicar algún concepto más complejo de la cuenta. En esta ocasión, y con las grandes operaciones anticorrupción (Púnica, Marbella, Gürtel, los ERE…) en marcha, unas en los albores y otras en el ocaso, hemos querido analizar este tema cada vez más preocupante de la sociedad española y hacerlo desde el punto de vista de la educación, a la que el filósofo-pedagogo considera «la ciencia de la transición al futuro». Algunas cosas que damos por sentadas no tienen base alguna.

Y empieza por hacer una distinción muy importante entre los dos tipos de corrupción pública que encuentra, por un lado la ya conocida por en amplio sector de la sociedad, a la que denomina delictiva. Pero habla de una segunda menos visible y más endémica como es la ineficiencia de los administradores del Estado. La suma de ambas favorecen la reducción del Estado a un «peligro» o un «estorbo».

TAJANTE. El filósofo y pedagogo José Antonio Marina afirma que la clave para el buen progreso tecnológico, social y económico es "una adecuada simbiosis entre Estado y empresa privada".
TAJANTE. El filósofo y pedagogo José Antonio Marina afirma que la clave para el buen progreso tecnológico, social y económico es «una adecuada simbiosis entre Estado y empresa privada».

«Vivimos sobresaltados, entre el miedo y la esperanza de cambios profundos. El papel del Estado, el papel de los políticos, el papel de la sociedad civil están sometidos a escrutinio. En España, el debate está urgido, y también sesgado, por el tema de la corrupción. Creo que es necesario analizarlo desde la educación. ¿Por qué desde la educación? Porque es la ciencia de la transición al futuro. Si le gustan las soluciones de tertulia de café o de TV, no siga leyendo. Y menos aún si profesa el arbitrismo (arbitrista: persona que trata de resolver los problemas económicos de un Estado con planes utópicos o disparatados).

Comenzaré por la corrupción, que, de forma paradójica, está determinando nuestra agenda política. Hay dos tipos de corrupción pública. La primera es la delictiva, la del delincuente de cuello blanco. La segunda es la ineficiencia de quienes administran el Estado. Ambas favorecen una campaña que convierte al Estado en un peligro o en un estorbo. Desde este punto de vista, la eficiencia económica es inversamente proporcional al tamaño del Estado. Sobre todo en una economía como la actual, basada en la innovación y en la alta tecnología. Así pues, los dos tipos de corrupción se han convertido en argumento para defender tesis neoliberales. La conclusión, al parecer evidente, es que una economía competitiva, basada en el talento, la innovación y las altas tecnologías solo es posible si el Estado mengua y se hace dócil».

El autor saca del segundo plano al Estado y le da su sitio de importancia. Asegura que el desarrollo tecnológico y social de un país no es un efecto interno del mercado, como hacen creer la empresas privadas, sino que tiene su fundamento en un factor externo, el Estado. Por ello, no debe ser tomado el Estado únicamente como el regulador del mercado de la empresa privada, sino que tiene otro cometido mucho más importante: «promover y dirigir la evolución tecnológica, económica y social».

«Desde la educación, esa clara oposición entre “Estado, ineficiencia, anacronismo” por una parte, y “empresa, eficiencia, innovación”, por otra, no se sostiene. El progreso tecnológico y social no es un efecto interno del mercado, sino que se funda en un factor exógeno: el Estado. Si queremos progresar debemos diseñar una adecuada simbiosis entre Estado y empresa, para bien de la sociedad. El Estado debe regular, pero tiene una función aún más importante: promover y dirigir la innovación tecnológica, económica y social. Por su parte, las empresas serán las encargadas de realizar, aplicar, distribuir esa innovación. Tratar el Estado como un ente engorroso que solo es capaz de corregir los “fallos del mercado” es una profecía que terminará por cumplirse. Pero lo peligroso no son las estructuras del Estado, sino la idea que se tiene de sus funciones, y el tipo de políticos que se encarga de administrarlas».

Como ejemplo, se puede decir que los grandes avances tecnológicos de Estados Unidos que han servido para poner a empresas como Google o Apple en la cima del mundo, son investigaciones promovidas y auspiciadas por el Estado norteamericano. A menudo, el desarrollo de estas tecnológias requieren una gran inversión en su fase embrionaria, algo que solo una entidad como el Estado, no agobiada por los resultados económicos en los proyectos, puede afrontar. La empresa privada necesita beneficios cada vez más inmediatos para seguir viviendo, el Estado no.

«A pesar de que se repite una y otra vez que la empresa privada es más eficiente que la pública, no ocurre así. En EEUU el retorno económico de los proyectos de investigación gubernamentales ha sido mejor para la economía que los proyectos del sector privado. Sobre todo porque el Gobierno invierte con más fuerza en la investigación básica, demasiado costosa para empresas que necesitan resultados inmediatos. Los grandes avances tecnológicos americanos que han servido para glorificar la pujanza de la empresa privada, como Google o Apple, se basaron en investigaciones emprendidas por el Estado. El talento de Apple fue integrar hasta 12 tecnologías básicas ya inventadas, casi todas ellas con fondos estatales: internet, redes inalámbricas, GPS, microelectrónica, pantallas táctiles, sistema SIRI, etc. Lo mismo ocurre con la investigación farmacéutica. Tres cuartas partes de las nuevas entidades de biofarmacología molecular han tenido financiación pública. Esto indica que el progreso tiene que darse –en el aspecto tecnológico, económico y social– mediante la colaboración de los agentes públicos y privados.

Y como conclusión el autor señala la nueva organización que debería darse para que estos dos frentes (estado y empresa privada) coexistan y se beneficien mutuamente, con un Estado promotor y posibilitador y un sector privado realizador y eficiente y ya empieza a hablar de la sociedad del aprendizaje, el concepto clave.

TAJANTE. El filósofo y pedagogo José Antonio Marina afirma que la clave para el buen progreso tecnológico, social y económico es "una adecuada simbiosis entre Estado y empresa privada".
UNA REFERENCIA. José Antonio Marina es una referencia en muchos sectores como la educación, la organización política, la educación para la ciudadanía o la fenomenología española.

«En todo el mundo se intenta descubrir el modo de articular estos dos agentes económicos y sociales. La crisis económica puso de nuevo el tema sobre la mesa, pero se ha ido olvidando. El Estado democrático debe ser promotor y posibilitador. Las empresas deben ser realizadoras eficientes. No se puede esperar que los mercados marquen los objetivos. Conviene recordar la frase de Keynes: “Lo importante para el gobierno no es hacer cosas que ya están haciendo los individuos y hacerlas un poco mejor, sino hacer aquellas cosas que en la actualidad no se hacen en absoluto”. Hay cosas que nunca va a hacer el mercado, asuntos que nunca va a investigar. El tema del ébola es un ejemplo claro. No se puede esperar que empresas farmacéuticas dediquen miles de millones a investigar sobre un medicamento que no va a tener mercado.

Para conseguir esta sutura, el Estado tiene que promover la “sociedad del aprendizaje”, que debe comenzar por un aprendizaje ético y cívico. Eso no lo va a hacer nunca el mercado. La ética no llega al mercado desde dentro, sino desde fuera. Lo que produce más desolación en España es que cunde la convicción de que el Estado tampoco va a fomentar ese impulso ético. Pero nos equivocaríamos si pensáramos que eso se debe a la esencia del Estado. No: se debe a la ineptitud o corrupción de sus gestores.

La “sociedad del aprendizaje” que necesitamos desarrollar solo puede surgir de una inteligente colaboración de instancias estatales y privadas. El talento de una nación se manifestará en la manera de conseguir esta sinergia. Para conseguirlo, llevo años insistiendo en la necesidad de una movilización educativa de la sociedad para impulsarla. Ya les hablaré de ella en otra ocasión».

FUENTE elconfidencial IMAGEN jotdown, abc